martes, 31 de julio de 2007

Libro MOISÉS Y LA RELIGIÓN MONOTEÍSTA de Sigmund Freud

Por Fernando Estévez Griego Ph. D.

El hombre Moisés, que para el pueblo judío fue libertador, legislador y fundador de su religión, afirma Freud, pertenece a épocas tan lejanas que no es posible para nadie descifrar si existió históricamente o fue en realidad una leyenda. Lo primero en analizar es el nombre de Moisés que en hebreo se dice Mosche. En los libros del Éxodo se verifica que una princesa egipcia lo encontró y lo sacó del Río Nilo y que etimológicamente Moisés significaría “Lo saqué de las aguas”. Para Freud esta explicación es insuficiente. En realidad Mose en egipcio significa niño, y en consecuencia sólo se le habría llamado como apodo “niño”. Así, es de suponer también que tal vez Moisés fuera egipcio y no ciertamente judío.
A Freud le extraña que nadie lo haya planteado, pero sin lugar a dudas a muchas personas les parecería descabellado ir contra las tradiciones bíblicas. A partir de este planteo Freud comienza a introducirnos en el trabajo de Otto Rank titulado “El mito del nacimiento del héroe”. En este libro se plantea que casi todos los pueblos civilizados de importancia (para mí todos), ensalzaron con leyendas poéticas y mitos a sus héroes, reyes, príncipes legendarios, a los fundadores de sus religiones, dinastías, imperios y ciudades y a sus héroes nacionales, hablando de las historias de sus nacimientos y juventudes a las cuales adornan casi barrocamente de rasgos fantásticos que a veces son idénticos entre una cultura y otra casi textualmente, incluso en pueblos distanciados geográfica y temporalmente, lo que ha llamado la atención de los investigadores científicos. Según Rank, se puede ofrecer un método de leyenda tipo que sigue ciertos lineamientos generales: El héroe o Profeta, es hijo de ilustrísimos padres casi siempre reyes o príncipes. A su nacimiento lo preceden serias dificultades, durante el embarazo hay un sueño o un oráculo, etcétera. Así, a partir de Sargón de Agade (Babilonia), Rank establece un buen número de héroes donde se verifican diferentes hipótesis.
La versión de Moisés, por ejemplo, lo lógico es pensar que existe una familia pobre que sería la verdadera y una familia ficticia de utilidad para el mito que sería la rica o de origen real que serviría a los propósitos del mito que intenta llevar a cabo un fin determinado. Pero en el caso de Moisés la familia que lo abandona es la ficticia y la familia que lo cría es la verdadera. Si esto es así Moisés es un egipcio noble que la leyenda convierte en judío. Más allá de discutir sobre la posibilidad de si es o no es Moisés Judío o egipcio, lo interesante de esta postura de Freud es su explicación de las religiones monoteístas. Teniendo en cuenta que Moisés fue el conductor político, legislador y educador del pueblo judío en Egipto y que impulsó a dicho pueblo el nuevo culto o nueva religión, llamada mosaica en honor a su fundador, debemos deducir que esa religión debía ser la egipcia. Pero la religión monoteísta judía, de gran rigidez, es antagónica a la egipcia.
La primera carece de imágenes y las prohíbe mientras que la segunda es proclive a la idolatría y al politeísmo religional. La religión egipcia propone una vida después de la muerte y nombra a Osiris señor de la vida futura, mientras que la religión judía no habla del más allá, o de la inmortalidad. Por lo tanto, la religión dada a los judíos por Moisés (en cuanto al mismo) como egipcio, evidentemente no es ni puede considerarse como la religión egipcia. Pero hay un hecho histórico importante en Egipto y este hecho es que en la dinastía XVIII, cuando en el año 1375 A.C. este país fue potencia mundial, un joven faraón llamado Amenhotep quiso imponer en Egipto una nueva religión monoteísta que contrariaba todas las tradiciones religiosas milenarias de Egipto. Este faraón reinó sólo 17 años. Estudiando a Amenhotep podemos ver que éste cambio su nombre por el Ikhnaton y que mandó borrar todo nombre de dioses y perseguir a los practicantes de todas las religiones o sectas. Ahora, si Moisés era egipcio y transmitió a los judíos la propia religión egipcia, éste transmitió la religión de Aton pregonada por Ikhnaton.
Comparando la religión judía con la Aton vemos coincidencias pero nos debemos detener en el hecho de la circuncisión que Moisés estableció para los judíos. Freud demuestra innegablemente que la costumbre de la circuncisión proviene de los egipcios. Herodoto, el padre de la historia, se refiere a la costumbre de la circuncisión en Egipto, lo que ha sido confirmado por los exámenes en momias. Sólo los egipcios eran circuncisos, pues no lo eran los semitas, los babilonios ni los sumerios. Ahora, si Moisés le otorgó al pueblo judío una nueva religión y la circuncisión que resulta tan penosa y desagradable, es precisamente porque Moisés es egipcio.
Para Freud, Moisés era un seguidor del nuevo culto egipcio y un hombre cercano al faraón Ikhnaton y entonces una vez que aquel falleció y la nueva religión fue derrotada, Moisés diseñó la estrategia para conservarla y diseñar un nuevo imperio ante la caída de Egipto y los años que venían de anarquía. Por lo que seguramente Moisés, con algún cargo alto correspondiente a su rango de noble, pudo hacer un éxodo que además se debió realizar pacíficamente.
Más adelante Freud plantea una hipótesis sobre la creación del cristianismo tomando como punto de partida a un agitador político-religioso con el pretexto de separar la nueva religión cristiana de la judía, tarea que llevó a cabo un judío romano, Pablo (Saulo de Traso). Basándose en que el judaísmo es la restauración del protopadre y su Dios una deidad que reemplaza a la figura del Padre, la nueva religión quiere cortar con el Padre y para evitar el parricidio, su hijo, el hijo de Dios (Cristo) se deja matar en nombre de todos los humanos y cargan así con las culpas de todos los nuevos creyentes.
Era necesario que Cristo fuera hijo pues debía expiar el asesinato de un Padre. Inconscientemente se ve que es evidente que una persona inocente lógicamente no cargaría con la culpabilidad de otros en un homicidio. Si históricamente existió o no un cabecilla que intentó destruir la figura paterna de Dios, poco importa a los fines de que de cualquier forma Cristo pasó a ser la fantasía desiderativa jamás realizada. El Dios severo, cruel y castigador del antiguo testamento es suplantado por la figura compasiva de Cristo, con el fin primario de obtener un acercamiento y una reconciliación, pero los avatares históricos desembocaron en e pleno derrocamiento y eliminación de la figura del PadreDios.
Mientras que el judaísmo fue la religión del Padre, el cristianismo se convierte en la religión del Hijo. Así, el PadreDios pasa a un segundo plano con respecto a Cristo. De la misma forma que Moisés como continuador, reformó y destruyó la antigua religión egipcia. Pablo, como continuador, reformó y se convirtió en el destructor del judaísmo. El cristianismo renuncia a al figura de pueblo elegido de Dios, abandonando la circuncisión, para proseguir hacia un camino de expansión universal y no nacional. Por otra parte, la culpabilidad que los seres humanos sentían era gracias a la redención olvidada por el sacrificio de Cristo que era visto como facilitador.
En este sentido Pablo vuelve a la universalidad de Antón y deja el carácter exclusivo de un dios judío. El cristianismo, sin embargo, no va a ser estrictamente monoteísta sino que incorporará ritos simbólicos de varios pueblos, asumiendo el mito de la Diosa Madre (Virgen María), instalando deidades o divinidades disfrazadas tales como ángeles, santos, y vírgenes, asimilando elementos supersticiosos mágicos y místicos, que obstaculizaron el desarrollo espiritual del mismo por milenios.
Así, la victoria del cristianismo es una victoria de los sacerdotes de Amón sobre un judaísmo resumido a la categoría de fósil. La institución de Pablo (iglesia) parte de la muerte violenta de otro gran hombre, el hijo de Dios o Mesías.

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